En estos tiempos de oquedad, de oscuridad iluminada, de distracción a perpetuidad, de inbecibilidad programada. Aunque no encuentres la voz, aunque te paguen con platos de arroz, cuando te asustes y puedas caer, la dignidad no se pierde, sabes? No estas aquí para pasar sin que te vean, si ser lo mismo es virtud, vos sabes bien que también es quietud. Si anda rondando la felicidad, no tengas tanto temor de cambiar. 
Vas a bailar, como si fuera la última noche. 
No sos un mueble en un rincón, o solo un número en un legajo. Te quiero oír respirar, quiero abrazarte y sentirte vibrar. No hay que viajar a otra dimensión para escuchar lo que suena mejor, dentro tuyo. 
Vas a bailar, como si fuera la última noche.
Tanta soledad, tantos conectados. Niños de pantalla, bienvenidos al mercado.